Artículo publicado en la Edición de Marzo de 2018
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La tentación de abrir un libro y aproximarlo a la cara es irreprimible para cualquier lector. Su perfume ya sugiere la cercanía de unas emociones, sentimientos y reflexiones que, sin importar la época y el lugar en el que hayan ocurrido, desvelan la universalidad de la condición humana. Es el anticipo de un idilio, la posibilidad de conocer otras vidas y otros escenarios.
«El libro es una extensión de la memoria y la imaginación» (J.Borges).
Leer un libro es una invitación que suelen brindar por primera vez ese hombre o esa mujer que, custodiados por un pizarrón negro, se deslizan entre las filas de las mesas de las aulas mientras, con una voz sugerente, adentran a los alumnos en el infierno, el purgatorio y el paraíso por el que transita Dante, los sorprenden con la transformación de Gregorio en un insecto o los invitan a caminar por el Macondo de los Buendía. Es el acceso a un universo que los cambios promovidos por las autoridades del sistema educativo comienzan a dificultar.
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¡¡Buena lectura!!